lunes, 13 de junio de 2011

"Pensar en positivo ayuda a los tratamientos médicos"

Eloísa Abelló es psicóloga y coordina el Grupo Esperanza para pacientes oncológicos en el que se desarrolla una terapia psiconeuroinmunológica, destinada a mejorar la calidad de vida de los integrantes. De qué se trata esta terapia y cuáles son los beneficios que tiene pensar en positivo, aún en circunstancias adversas. Pensar en positivo puede hacer la diferencia. Y a eso apuesta Eloísa Abelló con los grupos que coordina en el Grupo Esperanza. Desde hace 15 años trabaja con personas a las que les han diagnosticado cáncer y buscan contención y una mejor calidad de vida para poder sobrellevar la situación sin que la enfermedad fagocite otros planos de la vida. Una vida que merece ser vivida en plenitud sin que la enfermedad se convierta en un obstáculo que les impida disfrutar de los placeres cotidianos. La psiconeuroinmunología (PNI) es una disciplina médica que ha logrado demostrar algunos preceptos que históricamente fueron defendidos por los modelos médicos no ortodoxos o alternativos que residen, principalmente, en la unidad que existe entre la mente, el sistema inmunológico y el sistema nervioso.

Dra. Eloisa Abello (Argentina):
Importancia Terapéutica de los Grupos en el Tratamiento de Pacientes Oncológicos
28. Congreso Internacional y Congreso Peruano de Técnicas Psicoterapéuticas
Antes que tratar al cuerpo y sus problemáticas como si fueran compartimentos estancos a los que hay que atacar por partes, la PNI permite unir las vertientes de la Psicología, la Neurología y la Inmunología para lograr efectos globales en los que el todo es aún mucho más que las partes.
El poder de pensar en positivo
“Nosotros, en el grupo, trabajamos con diferentes técnicas de meditación y relajación, para que los pacientes puedan conectarse con aquellas cosas que les hacen bien. Y nunca se trabaja individualmente, porque compartir experiencias y encontrar apoyo en otras personas que están transitando por la misma situación hace que sea más fácil de llevar y descubrir cosas que les hacen bien y que, tal vez, no tenían en cuenta”, comenta Eloísa.
La PNI comenzó como un autoexperimento que llevó a cabo Norman Cousins, un periodista en Columbia, crítico literario y editor de The Saturday Review, entre otras cosas. Había logrado cierto reconocimiento cuando le diagnosticaron una espondilitis anquilosante, una enfermedad reumática autoinmune crónica con dolores y endurecimiento paulatino de las articulaciones.
Sin embargo, aunque el diagnóstico era inquietante, con la ayuda de un amigo médico, investigó y desarrolló su propio tratamiento: hotel con pileta en medio del campo y proyecciones de las películas de los hermanos Marx, rodeado de sus seres queridos y un cambio a una dieta más saludable. Anatomía, la crónica de recuperación, publicada en 1979, tuvo una aceptación fantástica en el público, al punto de convertirlo en un best seller.
“La energía vital quizá sea la fuerza menos comprendida del planeta”, es una de las frases que Cousins afirma en su libro. De eso se trata la PNI. Salud y enfermedad toman nuevas dimensiones que no pueden ser reducidas a un órgano o sistema afectados, sino que involucra al cuerpo, la mente, el espíritu, como un todo, con la potencia de poder generar un cambio a nivel global y con efectos sobre aquello que genera un quiebre en la armonía. “Yo considero que la enfermedad es una disarmonía en el sistema y que hay que lograr volver a su orden. Por el contrario, la salud es el balance interior. Existen, al respecto, muchos estudios que han comprobado cómo aquellas cosas que nos hacen bien, que nos gustan y que nos proporcionan bienestar, inciden en la recuperación de este balance y la lucha contra las enfermedades”, asegura Abelló.
Sobre todo, el deseo de estar bien
“Uno puede hacer cosas para estar mejor. Muchas de las cosas que hablamos en el grupo, además de liberar la angustia y desesperación que, generalmente, produce enterarse de un diagnóstico como el cáncer, tienen que ver con recuperar el control sobre uno mismo. Porque, lejos de ponernos en las manos de los médicos, tener una actitud positiva y aprender a disfrutar de ciertas cosas resultan, además, una colaboración con los médicos”. Poder hacer una visualización creativa, generar imágenes agradables, gratificantes y conectarse con el agrado y bienestar que generan esas imágenes produce liberación de endorfinas qu recorren el cuerpo. “Las endorfinas son las hormonas del bienestar y, cuanto mayor es el nivel de endorfinas, los pensamientos y la visión negativa de ciertas situaciones disminuye”.
La fe también juega un papel importante en todo proceso de recuperación. Sin importar en qué se crea, así sólo se crea en uno mismo, la fe es una parte muy importante, porque da las fuerzas que a veces faltan y ayuda a esta visualización positiva.
La muerte como parte de la vida
Aunque está en la esencia del hombre luchar por su permanencia eterna en este mundo y detener el reloj o, al menos, poder vivir sin inquietarse por su ritmo constante e imparable, lo cierto es que, como todos los seres vivos, tenemos fecha de caducidad. Un momento que llega con la muerte y que, a algunos más, otros menos, inquieta.
“En el grupo, la muerte está muy presente. Y, aunque todos estamos destinados a alcanzarla en algún momento, a otros se le torna una posibilidad más real. Sin embargo, en el grupo hablamos mucho del tema. Leemos entre todos el libro de Elizabeth Kübler-Ross, La muerte, un amanecer, en el que se reflexiona sobre el tránsito de los momentos previos y el enfrentarse a esta puerta. Tratamos de entender a la muerte como parte de la vida, como un inicio diferente y no como un final, porque de ese modo, se deja de pensar en negativo y se pueden focalizar en lo que queda por vivir, para vivirlo bien y de la mejor manera”.
Bien-estar: la clave de la salud
El bienestar está ligado al goce y disfrute de todas esas cosas que nos causan placer.
Más conocida como “la hormona de la felicidad”, la endorfina es secretada por la hipófisis cuando sentimos placer.
Estimular su producción mediante sensaciones placenteras ayuda, entre otras cosas, a mitigar dolores y reducir los niveles de estrés, ya que envían mensajes al cerebro y a otras células encargadas de proteger el cuerpo con las amenazas de virus y bacterias que atacan el organismo.
Una fe que mueve montañas
Muchos estudios han intentado develar y explicar la relación que existe entre las plegarias y la salud, sobre todo, cuando se trata de prolongar la esperanza de vida.
Uno de ellos, publicado en la revista Journal of the American Board of Family Medicine, indica que los hábitos saludables, sumados a la actividad religiosa, pueden prolongar la esperanza de vida entre tres y cinco años.
Si bien existen factores que pueden incidir sobre el estado de salud de un paciente, como son la edad o el estado de avance de la enfermedad, varios psicólogos españoles consultados por la revista Salud coincidieron en que la fe ayuda a disminuir los niveles de estrés emocional que provoca cualquier enfermedad, controlar los síntomas de la enfermedad y mejorar la adherencia de los tratamientos. A esta afirmación de Francisco Gil, coordinador de la Unidad de Psicooncología del Instituto Catalán de Oncología de Barcelona, el doctor en Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, Valentín Gómez-Otero, agrega que estas creencias religiosas facilitan, a los pacientes, una explicación existencial que le permite afrontar mejor sus circunstancias”.
Diario Hoy