Día
Internacional de la Mujer
La mujer
en el cambiante mundo del trabajo:
Por un planeta 50-50 en 2030
Mensaje de Phumzile Mlambo-Ngcuka, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, con ocasión del Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo de 2017
En todo el mundo, demasiadas
mujeres y niñas dedican un número excesivo de horas a las responsabilidades del
hogar; habitualmente, destinan a estas tareas más del doble de tiempo que los
hombres y los niños. Ellas cuidan a sus hermanas y hermanos más jóvenes, a sus
familiares ancianos, a las enfermas y los enfermos de la familia, y realizan
las labores del hogar. En muchos casos, esta división desigual del trabajo
tiene lugar a expensas del aprendizaje de las mujeres y las niñas, y de sus
posibilidades de obtener un trabajo remunerado, hacer deporte o desempeñarse
como líderes cívicas o comunitarias. Esto determina los patrones de desventajas
y ventajas relativas, la posición de las mujeres y los hombres en la economía,
sus aptitudes y lugares de trabajo.
Este es el mundo inmutable del
trabajo sin recompensa, una escena familiar de futuros desolados en todo el
mundo; las niñas y sus madres sostienen a la familia con trabajo sin paga y su
trayectoria de vida es muy distinta de la de los hombres del hogar.
Queremos construir un mundo del
trabajo distinto para las mujeres. A medida que crecen, las niñas deben tener
la posibilidad de acceder a una amplia variedad de carreras, y se las debe
alentar a realizar elecciones que las lleven más allá de las opciones
tradicionales, en las áreas de servicio y atención, y les permitan conseguir
empleos en la industria, el arte, la función pública, la agricultura moderna y
la ciencia.
Tenemos que iniciar el cambio en
el hogar y en la etapa escolar más temprana, para que no haya ningún lugar en
el entorno de una niña o un niño donde aprendan que las niñas deben ser menos,
tener menos y soñar a menor escala que los varones.
Esto exigirá ajustes en la
crianza, los programas de estudios, los ámbitos educativos y los canales que
transmiten los estereotipos cotidianos como la televisión, la publicidad y los
diversos tipos de espectáculos. Asimismo, requerirá dar pasos decididos para
proteger a las niñas pequeñas de las prácticas culturales nocivas, como el
matrimonio a temprana edad y todas las formas de violencia.
Las mujeres y las niñas deben
estar preparadas para formar parte de la revolución digital. Actualmente, sólo
el 18% de los títulos de grado en ciencias de la computación corresponden a
mujeres. En todo el mundo se necesita un cambio significativo en la educación
de las niñas, que tendrán que cursar las asignaturas troncales (ciencia,
tecnología, ingeniería y matemáticas) si han de competir con éxito por los
"nuevos empleos" bien remunerados. En la actualidad, las mujeres
representan únicamente el 25% de la fuerza laboral de la industria
digital.
Según el análisis del Grupo de Alto Nivel sobre el empoderamiento económico de las
mujeres del Secretario General de las Naciones Unidas, para lograr
la igualdad en el lugar de trabajo será preciso ampliar las oportunidades de
empleo y de trabajo decente. A tal fin, los gobiernos deberán realizar
esfuerzos concertados para promover la participación de las mujeres en la vida
económica; los colectivos importantes, como los sindicatos, tendrán que prestar
su apoyo; y se deberá dar cabida a la voz de las propias mujeres para generar
soluciones que permitan superar las barreras actuales a la participación de las
mujeres. Hay mucho en juego: si se logra avanzar en la igualdad de género,
podría darse un impulso al PIB mundial de 12 billones de dólares de los Estados Unidos de
aquí a 2025.
También es preciso actuar con
determinación para eliminar la discriminación que las mujeres encuentran en múltiples
frentes, que convergen más allá del tema del género: la orientación sexual, la
discapacidad, la edad avanzada y la raza. Estos factores contribuyen a la
desigualdad salarial: la brecha salarial de género es, en promedio, del 23%,
pero se eleva al 40% en el caso de las mujeres afroamericanas en los Estados
Unidos. En la Unión Europea, las mujeres de edad avanzada tienen un 37% más de
probabilidades de vivir en la pobreza que los hombres del mismo rango de
edad.
Debemos lograr que funcionen
mejor para las mujeres aquellas áreas de actividad donde ya están excesivamente
representadas pero reciben una baja remuneración, además de contar con escasa o
nula protección social. Se trata, por ejemplo, de que exista una economía del
cuidado sólida, que responda a las necesidades de las mujeres y las emplee a
cambio de una remuneración; de que se apliquen condiciones de trabajo
igualitarias para el trabajo remunerado o no remunerado de las mujeres; y del
apoyo a las mujeres empresarias, que abarque su acceso al financiamiento y a
los mercados. Las mujeres que trabajan en el sector informal también necesitan
que se reconozcan y protejan sus contribuciones. Ello requiere políticas
macroeconómicas propicias que contribuyan a un crecimiento inclusivo y
posibiliten una aceleración considerable del progreso, en beneficio de los 770
millones de personas que viven en la extrema pobreza.
Para hacer frente a las
injusticias se necesita resolución y flexibilidad por parte de quienes emplean
tanto del sector público como del privado. Será preciso ofrecer incentivos para
contratar y retener a las trabajadoras; por ejemplo, una ampliación de las
prestaciones por maternidad para las mujeres con objeto de apoyar también su
reincorporación al trabajo, la adopción de los Principios
para el empoderamiento de las mujeres y la representación
directa en los niveles de toma de decisiones. Junto con esto, se necesitan
cambios importantes en las prestaciones para los padres recientes, además de
cambios culturales que hagan de la aceptación de la licencia de paternidad una
opción viable y, por lo tanto, un beneficio real para toda la familia.
En medio de esta trama compleja
se necesitan también algunos cambios sencillos pero de gran envergadura: que
los padres se ocupen de la crianza, que las mujeres participen y que las niñas
tengan la libertad de crecer en pie de igualdad con los varones. Es preciso que
todas las partes hagan ajustes si se desea aumentar el número de personas que
puede obtener un trabajo decente, lograr que ese conjunto de personas sea
inclusivo y hacer realidad los beneficios para todas y todos que prevé la
Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, con la promesa de un mundo
igualitario.